A Bartomeu y su junta directiva se le han acabado los recursos. La negativa de la Generalitat de Cataluña a posponer la moción de censura fue la última estocada para el máximo dirigente azulgrana, que ayer anunció la dimisión. Bartomeu se marcha sólo 24 horas después de afianzarse públicamente en el cargo, como última degustación de una gestión deportiva y económica errática que comenzó con el triplete y terminó con el 2-8, y que comenzó batiendo récords en ingresos y ha terminado pidiendo a los jugadores una rebaja de sueldo. El presidente del Barça ha querido marchar antes de que los socios lo echaran, para no quedar en los libros de historia como el único presidente al que los socios en masa censuraron su gestión.
La respuesta del gobierno de Cataluña, en una carta firmada por los secretarios generales de Presidencia, Salud, Interior y Deportes, fue el detonante de la dimisión. La Generalitat instó al Barça a convocar la moción de censura diciendo que la aplicación del estado de alarma y la situación sanitaria no era una excusa para no celebrarla. Esto obligó a Bartomeu a convocar la junta directiva en la que decidió la dimisión en bloque; el riesgo de inhabilitación pesaba demasiado y el club ya había estirado la cuerda todo lo había podido.
“Estas decisiones me parecen contradictorias e irresponsables”, dijo Bartomeu en la comparecencia en la que anunció su dimisión: “En un momento en que el mismo gobierno está aplicando dolorosas medidas a los ciudadanos […] sencillamente han decidido no responder”. Bartomeu, que fue públicamente muy duro contra el gobierno de la Generalitat, había pedido cobertura jurídica para aplazar la celebración de la moción durante quince días para, así, según su relato, poder organizar con mejores garantías las 21 sedes (dentro y fuera de Cataluña) donde se celebraría la votación. “Nosotros como junta hemos actuado con responsabilidad; no podemos convocar el voto de censura en las circunstancias actuales. Hay que preservar la salud de todos” aseveró Bartomeu.