La terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) se ha consolidado en las últimas décadas como una de las técnicas más utilizadas para tratar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otras condiciones relacionadas con el trauma. Esta terapia, que combina movimientos oculares guiados con la evocación de recuerdos traumáticos, ha sido efectiva para muchas personas. Sin embargo, como con cualquier tratamiento psicológico, es importante conocer sus posibles riesgos y efectos secundarios. Exploraremos en detalle cuáles son los peligros del EMDR y cómo abordarlos de manera segura.
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¿Qué es la terapia EMDR?
Antes de adentrarnos en los posibles peligros, es esencial entender cómo funciona la terapia EMDR. Esta técnica fue desarrollada por la psicóloga Francine Shapiro en la década de 1980 y se basa en la premisa de que los recuerdos traumáticos no se procesan adecuadamente en el cerebro, quedando “atascados”. Durante una sesión de EMDR, el terapeuta guía al paciente a través de una serie de movimientos oculares, mientras este se enfoca en recuerdos traumáticos. La idea es que estos movimientos facilitan el reprocesamiento de las experiencias no resueltas, ayudando a aliviar los síntomas de ansiedad, depresión y otros trastornos asociados.
A pesar de su éxito, muchas personas han planteado preguntas sobre los posibles efectos secundarios de esta técnica. Aunque el EMDR puede ser una herramienta poderosa, es importante estar al tanto de sus riesgos potenciales.
Intensificación temporal de los síntomas
Uno de los peligros del EMDR que los pacientes pueden experimentar es una intensificación temporal de los síntomas. Dado que la terapia se centra en traer a la superficie recuerdos traumáticos, es común que los pacientes sientan un aumento en la intensidad de sus emociones durante las primeras sesiones. Algunos pueden experimentar un incremento en los niveles de ansiedad, tristeza, ira o incluso síntomas disociativos.
Este efecto puede ser desalentador para quienes buscan alivio inmediato. Sin embargo, es importante destacar que este aumento en la intensidad de los síntomas suele ser temporal y parte del proceso terapéutico. A medida que el paciente continúa con la terapia, estos síntomas suelen disminuir. Sin embargo, en algunos casos, la reexperimentación de traumas puede ser tan intensa que algunos pacientes deciden abandonar la terapia prematuramente.
Revictimización o retraumatización
Un aspecto crítico en cualquier tratamiento basado en el trauma es el riesgo de revictimización o retraumatización. Durante el proceso de EMDR, se les pide a los pacientes que revivan y exploren eventos traumáticos del pasado. Para algunas personas, esto puede ser abrumador y llevar a una experiencia de retraumatización, donde el paciente siente que está reviviendo el trauma en lugar de procesarlo de manera saludable.
Este riesgo es mayor si el terapeuta no está debidamente capacitado o si el paciente no tiene las herramientas adecuadas para gestionar las emociones que surgen durante las sesiones. En casos graves, la retraumatización puede llevar a un empeoramiento del estado mental, incluyendo la aparición de flashbacks intensos, ataques de pánico o síntomas disociativos.
Disociación durante las sesiones
El EMDR también puede desencadenar síntomas de disociación en algunos pacientes. La disociación es un mecanismo de defensa que el cerebro utiliza para desconectarse de una situación emocionalmente abrumadora. Para quienes ya tienen una tendencia a disociar, como los pacientes con trastornos disociativos o aquellos que han sufrido traumas severos, el EMDR puede intensificar estos síntomas.
Durante las sesiones, algunos pacientes pueden sentir que están desconectados de su entorno, experimentando una sensación de irrealidad o distanciamiento emocional. Esto puede ser peligroso si no se aborda correctamente, ya que la disociación prolongada puede interferir en la capacidad del paciente para procesar el trauma de manera efectiva.
Recuerdos falsos
Uno de los peligros del EMDR que ha sido objeto de controversia es la posibilidad de que los pacientes desarrollen recuerdos falsos. En algunos casos, el proceso de revivir y reprocesar recuerdos traumáticos puede llevar a la creación de memorias que no ocurrieron de la manera en que el paciente las recuerda, o incluso a la aparición de eventos completamente fabricados. Este fenómeno se conoce como implantación de recuerdos falsos y puede ocurrir si el terapeuta, de manera no intencionada, sugiere detalles durante la sesión que el paciente incorpora a su narrativa de trauma.
Este es un riesgo significativo, ya que los recuerdos falsos pueden generar confusión y agravar el sufrimiento emocional del paciente. Es fundamental que los terapeutas sigan protocolos estrictos y eviten hacer sugerencias que puedan influir en los recuerdos del paciente.
Sobreestimulación emocional
Otra posible consecuencia de la terapia EMDR es la sobreestimulación emocional. La combinación de movimientos oculares con la evocación de recuerdos traumáticos puede ser muy intensa para algunos pacientes, llevándolos a un estado de sobrecarga emocional. Esto puede manifestarse como una ansiedad abrumadora, taquicardias, dificultad para respirar o una sensación de pérdida de control.
Para algunos pacientes, especialmente aquellos con trastornos de ansiedad severos o antecedentes de ataques de pánico, esta sobreestimulación puede ser difícil de manejar y puede resultar en la interrupción del tratamiento. En estos casos, es fundamental que el terapeuta ajuste el ritmo de las sesiones y proporcione herramientas de regulación emocional para ayudar al paciente a gestionar su respuesta.
Contraindicaciones para ciertas poblaciones
Si bien el EMDR ha demostrado ser efectivo para muchas personas, no es adecuado para todos. Hay ciertos grupos de pacientes para quienes los peligros del EMDR pueden ser más pronunciados, y por lo tanto, no se recomienda su uso.
Por ejemplo, las personas con trastornos psicóticos o aquellos que experimentan síntomas graves de disociación pueden no ser candidatos ideales para este tipo de terapia. En estos casos, la evocación de recuerdos traumáticos podría empeorar sus síntomas o desencadenar episodios psicóticos. De igual manera, las personas con problemas cardíacos graves deben tener precaución, ya que el aumento de la ansiedad durante las sesiones podría elevar peligrosamente su ritmo cardíaco.
La importancia de un terapeuta capacitado
Uno de los factores más importantes para mitigar los peligros del EMDR es asegurarse de que el terapeuta esté debidamente capacitado en esta técnica. El EMDR es una intervención que requiere un conocimiento profundo del trauma y de cómo el cerebro procesa las experiencias dolorosas. Un terapeuta sin la formación adecuada puede no ser capaz de manejar los efectos secundarios que surjan durante las sesiones o guiar al paciente de manera segura a través del proceso.
Es crucial que los pacientes busquen terapeutas certificados en EMDR y que se sientan cómodos con ellos antes de comenzar el tratamiento. La comunicación abierta y la confianza en el terapeuta son elementos esenciales para que el proceso sea seguro y efectivo.
Conclusión: ¿Es seguro el EMDR?
En general, el EMDR ha demostrado ser una técnica altamente efectiva para tratar el TEPT y otros traumas. Sin embargo, como con cualquier tratamiento, existen riesgos y efectos secundarios que deben ser considerados. Si bien muchos de los peligros del EMDR son manejables con un terapeuta capacitado, es importante que los pacientes estén informados y preparados para las posibles reacciones emocionales y físicas que puedan experimentar.
El éxito del tratamiento depende en gran medida de la capacidad del terapeuta para ajustar el ritmo y la intensidad de las sesiones según las necesidades del paciente. Para aquellos que estén considerando la terapia EMDR, es esencial realizar una evaluación exhaustiva y discutir cualquier preocupación con un profesional antes de comenzar.
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