Un Barcelona irreconocible sacó un valioso empate ante el Nápoles en San Paolo (1-1). Los de Setién, con más músculo que fútbol, se estrellaron contra el entramado de Gatusso, más pendiente de defender que de atacar. Le salió bien la jugada al italiano en el primer tiempo, maniatando a un Barça gris y ramplón y matando a la contra con un golazo de Mertens. Tras la reanudación, Griezmann culminaría una gran jugada colectiva para dar ventaja a los suyos para la vuelta en el Camp Nou.
Con todo, dio la sensación de que Setién se traicionó a sí mismo. Adalid del cruyffismo, prefirió sacar a Raktic y Vidal por delante de Arthur y Ansu Fati, señal inequívoca de que el garbo combinativo tendría que esperar a la vuelta en Barcelona.
Los azulgrana construyeron desde abajo, pero sin la velocidad necesaria para generar espacios en la zaga napolitana. Junior, Semedo y Griezmann, encargados de abrir huecos, no tuvieron regate ni profundidad, condenando al Barça a un transcurrir estéril en campo contrario.
El Nápoles aguantó su oportunidad y, en cuanto Junior dio un paso en falso, Callejón cortó la defensa como un cuchillo, dejando el balón franco para Mertens, que superó a Ter Stegen con un soberbio derechazo ajustado a la escuadra.
Busquets ve la luz
Después de un primer tiempo sin disparar a puerta, Setién dio entrada a Arthur, con el que la pelota cogió velocidad. Y bien valió, pues Semedo buscó la espalda de la defensa, y allí lo vio Busquets, que filtró un pase que dejó al lateral solo en el área. Le entregó la pelota a Griezmann, que no falló ante Ospina.
Poco a poco, el partido murió, entre la insuficiencia del Barcelona y la pachorra de Gatusso, dejando la eliminatoria abierta en un partido donde el empate fue la mejor noticia.