La vida en el Barça continúa después de la derrota de Lisboa. Pero los incendios no paran y el primer día entero de trabajo de Ronald Koeman como técnico azulgrana estuvo marcado por una reunión fuera de Barcelona con Lionel Messi, que le hizo saber que ahora mismo no cree que tenga sentido continuar en el club. En el club, sin embargo, todo el mundo da por hecho que el argentino será el capitán del primer proyecto de Koeman, aunque preocupa más que las dudas de Messi se traduzcan en una negativa a negociar su renovación. Y si no renueva, en enero ya podrá negociar con cualquier club sin pedir permiso a un Barça que lo perdería gratuitamente el verano de 2021.
El primer reto de Koeman, pues, será convenciendo Messi. Hay tiempo. El neerlandés pasó la mañana en la Ciudad Deportiva, pero antes de comer se fue para encontrarse con el capitán, que estaba pasando las vacaciones en la Cerdanya. Después de los hechos de Lisboa, Josep Maria Bartomeu habló con el padre de Messi, Jorge, para intentar valorar la situación. Jorge Messi le comunicó a Bartolomé que su hijo no tendría ningún problema para encontrarse con Koeman estos días, y la reunión se organizó rápidamente, aunque no acabó de ir como el Barça quería. Messi manifestó abiertamente sus dudas a Koeman. Y el entrenador comenzó su lento proceso de seducción, para explicarle que el proyecto podría ser ganador a pesar de todo lo que ha pasado últimamente. De momento, el nuevo técnico ya sabe que el mejor futbolista de la historia está triste y duda sobre la capacidad del club de cambiar la dinámica y recuperar un proyecto ganador pronto. Pero, según explican en el AHORA, Messi no ha manifestado nunca su voluntad de marchar este verano. El problema es que no quiere renovar ahora mismo.
Durante los últimos años los goles de Messi mantenían unido un club cada vez más inestable. Un Barça con cambios de rumbo y cargos que duraban poco en el área deportiva. Ni Robert Fernández, ni Pep Segura ni Éric Abidal lograron ganarse la confianza del núcleo duro de una plantilla muy crítica con la gestión de la directiva. Y los despachos cada vez se ha visto peor la independencia de unos futbolistas que aguantaban el proyecto con sus títulos, aunque no llegara la Champions.
Pero la primera temporada en blanco en 12 años, sumada al 2-8 de Lisboa, ha hecho estallar la caja de los truenos. Y Messi, que ya lo había pensado más de una vez, ha perdido la fe en poder ver un Barça que aspire a la Champions. Y por primera vez valora marchar, aunque sabe que no sería este año para que, con una cláusula de rescisión de 700 millones de euros, parece imposible que alguien pueda presentar una oferta que seduzca al argentino, acompañada de esta cifra de dinero. De hecho, los clubes que sueñan en Messi siguen más pendientes de saber si renueva, porque en enero podrían cerrar un contrato con él sin pagar.