La serie documental de Netflix muestra la última temporada del jugador de baloncesto y estrella de los Chicago Bulls (1997-1998) gracias a imágenes de archivo inéditas.
“Mi nombre es Michael Jordan, jugué para los Chicago Bulls de 1984 a 1998”. Así comienza The Last Dance , la serie documental del evento producida por Netflix y la cadena estadounidense ESPN, y disponible el lunes 20 de abril en la plataforma de streaming.
Para aquellos para quienes el nombre Jordan no significa nada en absoluto, esta serie de diez episodios (transmitidos dos veces por semana) remonta la última temporada de un jugador estrella de la NBA, a finales de la década de 1990, una oportunidad para mirar hacia atrás en su larga carrera.
Su carrera, sus estadísticas y el imperio que creó, es el primer deportista en convertirse en multimillonario, todo parecía estar escrito sobre el mítico número 23 de los Chicago Bulls. Y, sin embargo, la agitada última temporada de la “dinastía” dirigida por el jugador, que terminará con un sexto y último título de campeón, la serie expone a una estrella que se ha vuelto más grande que su deporte.
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El hombre detrás de la leyenda
En un momento en que las imágenes y los videos saturan las redes sociales, Netflix y ESPN ofrecen una inmersión sin precedentes detrás de escena de un equipo, en un momento en que los reality shows aún no habían familiarizado el ejercicio. En 1997-1998, desde el comienzo de la preparación de pretemporada, los Chicago Bulls ofrecieron a un equipo de filmación acceso casi total a sus vidas diarias.
Michael Jordan, un atleta que siempre se había mantenido alejado, casi de forma enfermiza, de tomar posiciones que corrían el riesgo de dañar su concentración (así como su negocio), había dibujado la imagen de un yerno ideal, un “Jumpman”, el logotipo que se convirtió en el de su marca de zapatillas, solo enfocado en el deporte. Y si desde entonces muchos testimonios han destrozado el mito, The Last dance da por primera vez la oportunidad de ver al Jordan “real”: un competidor enfermizo que argumenta, si no acosa a sus compañeros, un “diablo aullador” , obsesionado con la victoria, como resume un ex compañero de equipo. “Me vuelve loco cuando pierdo”, admite la ex estrella, que no rehuye la pregunta.
En una caja fuerte, fuera de la vista
Todo esto se sabía. Pero nadie lo había observado en detalle hasta ahora. Sobre todo porque estas imágenes nunca habían visto la luz. Las aproximadamente quinientas horas de vídeo inédito filmado por la NBA durante esta temporada final de los Bulls han dormido durante veinte años en un lugar seguro. Varios directores de renombre se han roto los dientes tratando de forzar su publicación.Y por una buena razón, Michael Jordan, cuyo acuerdo era esencial, se opuso a la explotación de estas imágenes, ansioso de que se perjudicara su estatus icónico, temiendo que lo tomaran “por una persona horrible”. Antes de ser convencido hace tres años, Jordan, dudaba por la posibilidad de un documental donde se vé como nunca antes. Su discurso se ha vuelto distante. Además de las conferencias de prensa relacionadas con su condición de propietario de franquicia (los Charlotte Hornets), la última entrevista de Jordan se produjo en 2013.